domingo, 22 de abril de 2012

El Camino hacia una Nueva Tecnología"El Arte y El Desarrollo Tecnológico".



Es notorio que pasan los años y la Argentina no logra desarrollarse tecnológicamente. Los ingenieros tienen una función estratégica que cumplir en el desarrollo tecnológico nacional, que no hemos asumido por razones varias. El Mundo ha cambiado, la forma de desarrollo económico ha cambiado y nosotros los ingenieros, técnicos y científicos seguimos debatiéndonos en un modelo de desarrollo perimido que nos imponen las costumbres, las modalidades de contratación y las legislaciones vigentes. Modificar esto no es cosa fácil porque para hacerlo se hace necesario convencer a la clase política, de nuestra función estratégica en la economía, algo de lo cual ni nosotros mismos estamos convencidos. En mi post “Fundamentos de una nueva Ley de Desarrollo Tecnológico”, describo lo que a mi entender es hoy el camino largo para lograr este objetivo, pero merece recorrerse, en definitiva por el desarrollo de la Argentina. El proceso global de los años 90, se caracterizó por la amplia apertura económica de las fronteras de la Argentina a través de la cual ingresaron en forma indiscriminada empresas con gran capacidad de financiamiento y una tecnología desarrollada, para participar como actores privilegiados del desarrollo de nuestro país en un Mundo global. Se realizaron numerosas privatizaciones de empresas públicas, se despidió personal superabundante, se suspendieron notoriamente las obras públicas, se generó un vacío generacional en los perfiles técnicos y volvimos los argentinos a comprar electrodomésticos importados, teléfonos celulares, computadoras. Al mismo tiempo, ayudados por el capital que ingresaba y la tecnología de empresas petroleras internacionales, nos dedicamos eficientemente a desarrollar el mercado del gas y del petróleo, al desarrollo de productos agropecuarios y a la industria automotriz. En nuestro país, este modelo estalló en el año 2002, en una debacle social tristemente recordada. Mayor rapidez, mejor calidad y al más bajo costo, serían las leyendas que cualquier empresa industrial ostentaría con orgullo en los mármoles de entrada de los ingresos a sus plantas industriales. Y la tecnología cumple un rol protagónico en el cumplimiento de estos tres objetivos. La tecnología y su conocimiento asociado son los motores del modelo de desarrollo económico actual. Los países desarrollados, por razones históricas relacionadas con situaciones antropológicas de ubicación primitiva del hombre sobre la tierra o en algunos casos por la falta de recursos naturales, comenzaron antes con el desarrollo tecnológico. Desde aquel momento, esa tecnología genera bienes y servicios útiles que generan ganancias formando capitales que en la estructura global fluyen transnacionalmente. Estos capitales, reinvierten parte de sus ganancias en investigación y desarrollo, generando nuevas tecnologías de mayor complejidad. La tecnología, es el resultado de una larga concatenación de pequeños logros que relacionados determinan un todo tecnológico. Durante muchos años Argentina se dedicó a comprar productos industriales, tecnológicos y del conocimiento, pagando – fundamentalmente – con recursos provenientes del petróleo, los granos, la carne y el endeudamiento. Al mismo tiempo, las empresas vendedoras, con los recursos recibidos de nuestro país, fueron a sus laboratorios a desarrollar productos con mayor valor agregado debiendo destinar más recursos para comprarlos, en una rueda interminable y agotadora. Todos conocemos los IPad, los IPhone, los televisores LED 3D, etc., etc., etc… Es decir, en estos mecanismos de transacción, hay una relación dominante del proceso económico que se produce cuando el capital está biunívocamente asociado con la tecnología. Queda de manifiesto aquí la importancia de la tecnología. En muchos casos, el Estado considera que es mejor realizar las administraciones, gerenciamientos e inspecciones de sus inversiones públicas a través de sus propias reparticiones y capacitan personal en nuevas tecnologías, compran sistemas informáticos y los desarrollan, capacitan profesionales en las más variadas disciplinas. Aún siendo económicos y eficientes, en este caso el Estado está perdiendo la tecnología involucrada como un bien transable futuro, ya que terminada la inversión no existe una estructura económica que ponga en disposición transable el conocimiento involucrado.Otra variante de pérdida de tecnología transada se da cuando el Estado encomienda la inspección de obras públicas a empresas certificadoras de sistemas de gestión de calidad internacionales en detrimento de empresas de ingeniería o consultoría nacionales, ya que está perdiendo la tecnología involucrada como un bien transable futuro con un sentido estratégico nacional. Cuando un gobierno municipal se encuentra con un problema tecnológico digamos de tránsito o de construcción de subtes, o de cualquier naturaleza y contrata a una empresa consultora internacional que dispone del conocimiento y no establece un procedimiento de contratación que facilite la transferencia tecnológica a una empresa local, está empleando un mecanismo que pierde la tecnología involucrada como un bien transable futuro. En este caso, si bien no están dilapidando la tecnología involucrada como un bien transable futuro, la están asociando biunívocamente a la capacidad económica de esa empresa.

Una economía de la menteLa división clásica de la economía comprendía tres sectores fundamentales: agricultura, industria y servicios. Actualmente, podemos afirmar sin duda que existe una cuarta categoría igualmente importante: el floreciente sector del conocimiento que involucra a los llamados trabajadores del conocimiento. En un entorno cada vez más automatizado, donde la tecnología es cada vez más “inteligente”, el trabajo mental se aleja progresivamente del mero procesamiento de información y se centra cada vez más en la creación de información y de conocimiento nuevos, para luego comunicarlos, intercambiarlos y compartirlos con otros colegas. En suma, como ya se mencionaba hace más de una década, la economía de la mente está reemplazando a la economía de las manos (Perelman, 1992). La omnipresente computadora y demás tecnologías de la comunicación y la información vinculadas a ella, se han convertido en herramientas esenciales para gran parte de la economía mundial. A su vez, el trabajo del conocimiento no constituye simplemente un nuevo sector, sino un eje transversal, un factor común, presente en todas las actividades económicas contemporáneas. Se ha hablado de la nueva economía de la mente del siglo XXI, una economía que supone un constante aprendizaje dentro de sistemas muy complejos que combinan agentes humanos con máquinas inteligentes basadas en las TIC. La globalización y las TIC: Una de las principales tendencias de la economía global es el traslado a los países en vías de desarrollo de las industrias materiales que antes se encontraban en los países desarrollados, proceso que también afecta a la industria de la información. Si bien este cambio tiene muchos aspectos positivos, la distribución de la riqueza continúa siendo desigual y la mayor parte del mundo aún enfrenta graves problemas de pobreza, hambre y analfabetismo. Al mismo tiempo, la nueva sociedad de la información o del conocimiento, cuya visión del mundo es más multicéntrica y multicultural, ofrece a un mayor número de países la oportunidad de asumir un papel activo en la economía mundial. Las TIC pueden ayudar a los educadores a construir este tipo de sociedad, ya que permiten: • Fomentar el éxito personal sin ensanchar la brecha entre los más pobres y los más ricos; • Apoyar modelos de desarrollo sostenible; y • Ayudar a que una cantidad mayor de países construyan y utilicen un espacio de información, y no que unos pocos países y monopolios de los medios de comunicación masiva dominen la transmisión de información y la difusión de patrones culturales. No se podrán resolver los problemas más graves del mundo actual –la creciente demanda de alimentos, vivienda, salud, empleo y calidad de vida– sin recurrir a la eficiencia de las nuevas tecnologías. Las TIC que tienen la ventaja adicional de no dañar la naturaleza, no contaminar el ambiente, consumir poca energía y ser fáciles de usar, se están convirtiendo en una parte indispensable de la cultura contemporánea y están llegando al mundo entero por medio de la educación general y profesional.
Acá les dejo un Ejemplo de una Imprenta de Córdoba:


Qué es una Imprenta: Como tecnología, la imprenta permitió en su momento hacer copias de información en grandes cantidades. Teniendo en cuenta los recursos que requería la copia a mano, la reducción de coste fue tan grande que permitió una forma de difundir el conocimiento completamente nueva. A su alrededor, con el paso de los siglos, se creó toda una arquitectura legal y social, que no ha cambiado sustancialmente desde hace 200 años. Cuando han ido apareciendo nuevas tecnologías para la reproducción de información (el fonógrafo, el cine, el vídeo) se ha adoptado para ellas el mismo modelo legal usado para la imprenta (cuyo núcleo es la legislación sobre propiedad intelectual). Y lo mismo ha ocurrido con la aparición de la informática y los programas de ordenador (que al fin y al cabo no son sino otro tipo de información que se puede reproducir a bajo coste en grandes cantidades). Como la información está en un soporte completamente flexible, es sencillo modificar cualquier obra, componerla con otras, y colaborar en la creación de obras conjuntas. Lo que hasta hoy ha sido (salvo anécdotas) producción individual o de grupos muy pequeños (y muy coordinados) puede ser ahora construido por grupos potencialmente muy grandes, poco o nada coordinados, trabajando durante largos periodos de tiempo. Aún es muy pronto para saberlo, pero algunos experimentos que ya están en marcha parecen indicar que los cambios pueden ser al menos tan importantes como los que en su día produjo la imprenta. Hasta muy recientemente en la historia podemos decir que esta digresión sobre las transacciones de información era ``teórica''. Aunque cualquier individuo tuviera permitido realizar copias, para la mayoría de las obras intelectuales el proceso sólo era en realidad viable para ciertas entidades: los editores, que tenían equipamiento adecuado para hacerlo a bajo coste. Así, podemos considerar que cuando las leyes de propiedad intelectual prohibían la realización de copias sin permiso del autor, el público en general no renunciaba más que a un derecho que raramente podía ejercer. Además, siempre quedaba, en la mayoría de las legislaciones, el derecho de copia privado (que tampoco tenía mucho sentido real, salvo para pequeños fragmentos, o para copias con pérdida de calidad).La creciente digitalización de la información, los medios de copia de información digital, la posibilidad de enviar las copias a cualquier lugar del planeta mediante medios telemáticos (hoy día, Internet) y el bajo coste de todo ello han cambiado completamente el panorama. Ahora cualquiera pueda copiar casi cualquier tipo de información, sin que la copia sea distinguible del original. Cualquiera puede poner copias de sus grabaciones musicales, o de sus documentos electrónicos, para que las tome quien quiera. O repartir la grabación digital de una película entre sus amigos. Cualquiera puede copiar y redistribuir información, sin coste apreciable. Lo que el ``consumidor'' y la sociedad pierden si la copia (y la modificación) está limitada ya no es algo teórico,sino algo bien real. A principio de los años 1980 se formalizó el concepto de software libre, como aquel que (simplificándolo mucho) puede usarse, copiarse y modificarse sin que haya ningún impedimento (ni legal ni técnico) para que cualquiera pueda hacerlo. Una de las principales consecuencias de este modelo es que los autores de programas libres renuncian a obtener ingresos por la venta de copias de sus productos, como es habitual en el mundo del software ``tradicional''.
Hasta muy recientemente en la historia podemos decir que esta digresión sobre las transacciones de información era ``teórica''. Aunque cualquier individuo tuviera permitido realizar copias, para la mayoría de las obras intelectuales el proceso sólo era en realidad viable para ciertas entidades: los editores, que tenían equipamiento adecuado para hacerlo a bajo coste. Así, podemos considerar que cuando las leyes de propiedad intelectual prohibían la realización de copias sin permiso del autor, el público en general no renunciaba más que a un derecho que raramente podía ejercer. Además, siempre quedaba, en la mayoría de las legislaciones, el derecho de copia privado (que tampoco tenía mucho sentido real, salvo para pequeños fragmentos, o para copias con pérdida de calidad).La creciente digitalización de la información, los medios de copia de información digital, la posibilidad de enviar las copias a cualquier lugar del planeta mediante medios telemáticos (hoy día, Internet) y el bajo coste de todo ello han cambiado completamente el panorama. Ahora cualquiera pueda copiar casi cualquier tipo de información, sin que la copia sea distinguible del original. Cualquiera puede poner copias de sus grabaciones musicales, o de sus documentos electrónicos, para que las tome quien quiera. O repartir la grabación digital de una película entre sus amigos. Cualquiera puede copiar y redistribuir información, sin coste apreciable. Lo que el ``consumidor'' y la sociedad pierden si la copia (y la modificación) está limitada ya no es algo teórico, sino algo bien real. A principio de los años 1980 se formalizó el concepto de software libre, como aquel que (simplificándolo mucho) puede usarse, copiarse y modificarse sin que haya ningún impedimento (ni legal ni técnico) para que cualquiera pueda hacerlo. Una de las principales consecuencias de este modelo es que los autores de programas libres renuncian a obtener ingresos por la venta de copias de sus productos, como es habitual en el mundo del software ``tradicional''.
Veinte años después el software producido y distribuido según este modelo (también llamado, en inglés //open source software//) es usado por millones de usuarios, y está compitiendo en varios mercados con los programas líderes del mundo del software ``tradicional''. Se han creado literalmente decenas de miles de programas con este modelo, y los están usando decenas de millones de usuarios en todo el mundo. La cantidad de profesionales que han colaborado en su creación es difícil de estimar, pero se cuenta por centenas de millares. Alrededor de este modo de producir programas ha surgido toda una ecología de empresas, asociaciones y profesionales cuyo modelo de negocio o su razón de ser está basado en el software libre.
El software libre nos muestra que se pueden producir programas de la calidad y en la cantidad que al menos una parte de la sociedad precisa sin la necesidad de aplicar el modelo tradicional que sustenta la actual legislación de propiedad intelectual. Nos muestra que hay otra forma de hacer las cosas que puede ser al menos tan rentable para la sociedad como la ``tradicional''. Aunque los programas son un tipo de información digital muy especial, el modelo del software libre podría ser extrapolable a otros dominios y ya se están explotando ideas similares en ámbitos tan dispares como la música o la documentación técnica. Este movimiento supone una corriente de aire fresco en el mundo de la propiedad intelectual. En lugar de buscar un control más estricto y más perdurable sobre su obra, los autores en el mundo del software libre permiten a los que reciben su obra un amplio margen de actuación, y lo hacen porque consideran que esa es la forma razonable de ofrecer su obra, porque creen que se benefician con ello, o por ambos motivos.

                             


Fuentes:
F1:Exposición del Profesor y Wikipedia.
F2:http://www.youtube.com
















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